martes, 8 de junio de 2010

como viven estas pandillas




En el origen, el éxodo rural a las ciudadesA diferencia de las de México y Colombia, las pandillas juveniles de Centroamérica se convirtieron en un tema de investigación social hasta mediados de los años 90. En Centroamérica, como en el resto de América Latina, estas agrupaciones de adolescentes y jóvenes pertenecen desde los años 60 al escenario de las capitales y grandes ciudades. Surgen de manera proporcional al crecimiento de barrios y colonias marginales y se pueden entender como la consecuencia de un desarrollo capitalista que destruye las formas de vida tradicionales y las bases de subsistencia agraria, sin que se posibilite a las personas expulsadas del campo bases para una existencia estable, mucho menos para una vida mejor. Entre los adolescentes y jóvenes, que tienen toda la vida por delante, esto es especialmente grave. Las pandillas juveniles se pueden entender como una respuesta colectiva de los jóvenes a una situación vital insoportable y como un desafío a la sociedad que les niega participación y futuro.
Años 60 y 70: vivir en las calesHasta los años 80, los grandes grupos eran formaciones de vida relativamente corta y con estructuras informales. En esta etapa se pueden distinguir dos tipos de grupos. Uno, el de los jóvenes que se agrupan en las esquinas de las calles de sus barrios para disfrutar, más allá del trabajo y de la escuela, de su tiempo libre, y que a veces -relacionados con movimientos sindicales o estudiantiles- protestan en contra o a favor de situaciones sociales: alza de las tarifas del transporte público, por ejemplo. El otro tipo es el de niños y adolescentes que, al menos temporalmente, viven en la calle y se encuentran en determinados puntos para organizar su sobrevivencia, basada fundamentalmente en robos, mendicidad y trabajos temporales.Estos dos tipos de grupos no se identifican todavía -como harán después las pandillas- con un barrio determinado. Están ocupados en encontrar sitios donde sentirse seguros para pasar la noche o para pasar su tiempo libre sin ser molestados. Los conflictos que provocan son relativamente raros a causa de una fugacidad que no permite se originen sentimientos de pertenencia al grupo. No obstante, se enfrentan con policías y militares. En Nicaragua, durante los últimos años del régimen de Somoza; y en Guatemala, durante el régimen militar establecido en 1978 que empleó métodos brutales, incluida la eliminación física.
Años 80: aparece la defensa del barrioHacia mediados de los años 80 cambia parcialmente el carácter de los grupos juveniles. Junto a los "grupos de esquina" y a los grupos de "niños de la calle" surgen y se extienden las pandillas. Comparativamente, tienen ya nuevas formas de organización y realizan otras acciones. Estos grupos adquieren pronto un considerable significado y prestigio entre los jóvenes de sus barrios. Estas iniciales pandillas sueltas están compuestas fundamentalmente por un número mayor de jóvenes que los que tenían los grupos precedentes: entre 40 y 50, llegando algunas a tener hasta 100 y más. La defensa de los "territorios", delimitados por los mismos jóvenes -algunas cuadras o todo el barrio- se convierte en uno de los elementos centrales para entender su acciones. Mientras que los grupos de la calle tendían a evitar llamar la atención, las pandillas irrumpen en el vecindario y en las escuelas de manera provocativa y llamando la atención. En Guatemala y más tarde en El Salvador y Honduras, toman el nombre de maras. En Costa Rica se llaman chapulines. En El Salvador, a causa de la prolongada guerra civil, experimentan cambios en el tiempo, apareciendo en grandes proporciones a partir de 1992, después del acuerdo de paz.
La influencia gringaEn las primeras maras salvadoreñas se juntan no sólo jóvenes de los barrios. También, ex-guerrilleros y soldados desmovilizados, muy decepcionados con respecto a las esperanzas que tenían de obtener una vida mejor y un reconocimiento social. Se suman también a las maras jóvenes que durante la guerra emigraron con sus familias a los Estados Unidos o ya nacieron allí. Las biografías y experiencias de todos estos jóvenes añaden a muchas maras salvadoreñas corrientes especialmente violentas.Las maras en las que los jóvenes de los Estados Unidos llevan la voz cantante se caracterizan por ser especialmente grandes y rigurosamente organizadas. También, por actuar con armas de fuego. Las dos más conocidas son la Mara Salvatrucha (MS) y la Mara Dieciocho (M18). Sus miembros más activos y sus dirigentes pertenecían a gangs del mismo nombre en Los Angeles, que agrupan sólo a jóvenes latinos. En El Salvador, estas dos maras aglutinan a cientos de miembros y su campo de acción no está limitado a determinados barrios. Están subdivididas en clikas locales, que actúan y avanzan independientemente. Mantienen relaciones con maras de Guatemala y Honduras, algunas con los mismos nombres. Junto a estas dos maras, existen en El Salvador, al igual que en el resto de Centroamérica, las maras locales o maras de barrio.